Una plaza que se encontraba en buenas condiciones y con dos monumentos emblemáticos ha sido destrozada por el alcalde de Tlaltizapán para justificar el gasto en obra pública.
El monumento a los mártires del 13 de agosto, las personas asesinadas por el ejército carrancista, fue removida de su lugar, así como enormes árboles, todo para gastar cinco millones de pesos en un municipio que está lleno de carencias en materia de agua potable, alumbrado y pavimentación.
Seguramente no es el único caso en la entidad, pero los vecinos comprometidos con su comunidad lo han hecho el más visible.
Intolerancia, excesos y derroche innecesario lastiman a la población, que pide ser dotada de los servicios básicos y se indigna porque se daña lo que sirve para satisfacer extraños e interesados caprichos.
Si la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización funcionara, aquí tendría mucha materia de trabajo.