Resulta penoso reconocer que los grupos poblacionales minoritarios o aquellos que son vulnerables sean despojados una y otra vez de los sitios que la ley les reserva en las candidaturas a cargos de elección.
Los políticos profesionales no se detienen ante nada para obtener un cargo público y hasta ahora han logrado burlar todos los filtros creados para que se hagan pasar por indígenas sin serlo. O como parte de la diversidad sexual o como afrodescendientes.
Quizá la ley simplemente deba excluir de cualquier candidatura a quienes de forma evidente violen la ética y se ostenten como lo que evidentemente no son, en lugar de establecer medidas complicadas y llenas de salidas.