Los procesos electorales que se avecinan -uno federal, otro local y tres dentro de los usos y costumbres de igual número de municipios indígenas- definitivamente serán complejos, no solo para las instituciones organizadoras de los comicios, sino para los propios ciudadanos, que nuevamente enfrentarán una amplia oferta de candidatos, aunque no mucho en cuanto a ideologías, pues los ofrecimientos de los aspirantes hace mucho que se unificaron en cuanto a contenido.
Aún así, todo ese amplio catálogo de rostros y nombres debe ser supervisado por la sociedad civil, para que de las elecciones salgan efectivamente los mejores y se rechace a tiempo cualquier injerencia nefasta o conducta que vaya de lo reprobable a lo delictiva.
Aunque los partidos no lo propicien e incluso que ni siquiera lo permitan, el ciudadano consciente de ir más allá del voto en las urnas y previamente debe vigilar que todo vaya pro buen camino.