Los grupos organizados que dicen representar a las comunidades originarias que reclaman cargos de elección alertan una y otra vez sobre el peligro de que por enésima ocasión los partidos políticos nominen como indígenas a personas que no forman parte de esa población.
Ha sido descarada la entrega de curules y regidurías a personas que a simple vista carecen de cualquier rasgo de identidad indígena. Sin embargo, llama la atención la denuncia de que las autoridades de las comunidades originarias han comenzado a lucrar con la venta de certificaciones de auto adscripción.
Eso habla de un terrible boicot de los mismos interesados o de grupos diferentes, con nada en común en materia de política. Si existe ese divorcio entre los grupos que defienden las candidaturas indígenas y aquellos que representan a esa población, los reclamantes ostentan su postura solo en su nombre y no en el de sus coetáneos.