Hoy se cierra el plazo para registrar candidaturas al proceso de renovación del Congreso y de los ayuntamientos y dentro de pocos días sabremos quienes intentarán hacerse pasar por indígenas o afrodescendientes o parte de la comunidad lésbico gay y sus derivados.
La desesperación por lograr un cargo de elección bien pagado llega a niveles inconcebibles y por la indiferencia ciudadana los suplantadores se han salido con la suya en la mayoría de las veces.
No ejercer de manera contundente los derechos ciudadanos, principalmente el de votar y ser votado, ha provocado una descomposición de la vida institucional.
Quizá sea tiempo de que la sociedad den su conjunto entienda que democracia no es solo votar y permanecer indiferente por los siguientes tres años, sino que implica asumir compromisos todo el tiempo para evitar que una minoría extractiva siga desdibujando las instituciones.