El intercambio formal y organizado de ideas y posiciones entre los candidatos a los puestos de elección es lo que no está establecido en las legislaciones.
Los encuentros de los que hemos sido testigos en los planos local y nacional son puestas en escena rígidas, acotadas, y que alientan la agresión.
Es así como los debates políticos a los que asiste la ciudadanía son montajes para el escarnio público, el morbo y el meme.
Es necesaria la norma, es claro, para acudir a la esencia de la discusión argumentada y civilizada.