La violencia feminicida tiene niveles de alarma en la entidad y no hay acciones sustanciales para contrarrestar el fenómeno, se quejan organizaciones civiles.
Las mujeres son víctimas también de una violencia que agravia a la sociedad morelense, y la que obliga a todos los sectores a replantear la inclinación social destructiva y orientarla hacia una cultura de dignidad, bien común y demás valores de una comunidad.
Una conducta personal, con despliegue hacia la colectividad, es un inicio hacia un cambio de paradigmas. La responsabilidad de los poderes públicos también debe trasladarse a la individualidad.