Indigna y estéril resulta la “disculpa pública” vertida por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes a ocho años de los acontecimientos que privaron de la vida (y que todavía lo hacen) a las víctimas de una obra precipitada y mal hecha, como es el “Paso Exprés”.
Los responsables están en la impunidad, y a la dependencia federal le faltan argumentos para explicar la ruina.
Una “disculpa” irrita a los deudos. El Estado no ha sido capaz de garantizar justicia ante dicha deuda.