A la hora de evaluar la calidad del servicio que prestan en Morelos las organizaciones del transporte colectivo, sus líderes se esconden. En iniciativas para mejorar el mismo, a través de capacitación a operadores, beneficios laborales para los propios trabajadores del volante, o restauración de sistemas de trabajo en el interior de las agrupaciones, los representantes de éstas tampoco están.
Los ajustes a la tarifa mínima del servicio con itinerario fijo no han significado calidad en éste. Los choferes cargan con una responsabilidad en el día a día que no asumen los líderes de las organizaciones, habituados a la canonjía y a la corruptela.
El transporte concesionado estatal carece de una representación calificada, congruente y comprometida con un servicio que enfrenta un rezago inaceptable, producto del cacicazgo en sus liderazgos.