La ley es suficientemente clara pero los políticos locales se han dado el lujo de no obedecerla: la suplente de Gisela Mota Ocampo debe asumir el cargo, pero quienes desean seguir dentro de la nómina del Ayuntamiento en disputa hacen todo lo posible por impulsar una solución política coyuntural: dar la presidencia a la madre de la víctima.
Los intereses de todo tipo se han manifestado para construir un escenario de desaparición de poderes que permita construir esa extraña candidatura.
Los discursos que hablaban de ideales y de principios que tanto se dijeron después del trágico atentado ahora se ha visto que carecían de significado y no estaban destinados a honrar a Mota Ocampo, sino sólo a ganar adeptos en una lucha que afecta a la inmensa mayoría de los que habitan uno de los municipios más poblados de Morelos y que son ajenos a esos sucios intereses.