No es sorpresivo el reporte de la explosividad que reina en los penales de Morelos, porque es atribuible a la poca dedicación de los funcionarios de cada área a la atención de sus responsabilidades.
Los dos secretarios de gobierno de la actual administración han tenido tiempo suficiente para corregir la política penitenciaria, pero no lo han hecho y las consecuencias las pagará la sociedad a la que dicen gobernar.
Todos los señalamientos en torno a las torpezas, errores y omisiones del gobierno anterior ya no sirven para justificar lo que se hace mal o simplemente se ha dejado de hacer.
Y las declaraciones triunfalistas sólo sirven para difundirse ante los medios nacionales, donde por desconocimiento aún podría haber un poco de credibilidad. Pero en Morelos la población sabe lo que ocurre, porque precisamente todos los días lucha para superar los efectos adversos que producen la impericia y la mala fe, todo eso aderezado con una muy buena dosis de corrupción.