El funcionario adelanta lo que a su juicio son obstáculos, pero que han estado allí desde el principio: la topografía, los vecinos renuentes y el amplio tráfico ya se conocían desde el momento del arranque.
El costo económico que la obra ha provocado en Morelos es enorme pero podría cuantificarse, simplemente con el costo de la gasolina que se desperdicia en los embotellamientos.
O el total de las perdidas por todos los accidentes ocurridos.
A todo eso, que se quiera justificar desde antes que ocurra que habrá un retraso sólo provoca malestar y rechazo ciudadano hacia la forma como la obra se gestiona.