De antemano, los 33 municipios ya existentes viven una terrible situación financiera por los abusos en que incurrieron sus anteriores alcaldes. Toda esa adversidad afecta a los gobernados, mientras que los integrantes de los cabildos actúan y viven como privilegiados.
No hay ninguna garantía de que las cosas sean distintas en los municipios indígenas, sobre todos cuando la sociedad morelense enfrenta retos de otra naturaleza en la que no se ve como prioridad crear nuevos ayuntamientos, sino al contrario.
La atomización política del territorio morelense incluso incrementará el costo de la prestación de los servicios básicos, por lo que ojalá los habitantes de esos lugares obren con sensatez.