Ya es tradición de fin de año que los inspectores ávidos de anotarse un triunfo lo obtengan justo en el llamado puente del dragón, donde los decomisos de productos pirotécnicos son frecuentes, lo que permite intuir que decomisar sin castigar no disuade de poner en riesgo las vidas de miles de personas que por allí pasan.
Y esa historia se repite en otros puntos de la geografía de Morelos, casi siempre los mismos, porque la ambición de unos pocos puede más que la seguridad colectiva.