No recibo juguetes en reyes, pero sí recibo reyes, sí leyeron bien, recibo dinero, mis padres son la pura neta, aquí tan viejota y yo recibiendo regalo de reyes.
Pero remontándome a mi niñez, les puedo contar que mis días de reyes fueron lo que cualquier niña pudiera desear. No había año que no recibiera lo que pedía en mi carta y miren que soy avorazada, no pedía una cosita nada más, pedía mínimo tres juguetes. Aún no entiendo como hacía mi papá (que era el encargado de tan difícil misión) para encontrar los juguetes, no sólo los míos ¡sino los de mis seis hermanas también!
Actualmente lo veo en Día de Reyes y no puedo dejar de agradecerle lo feliz que me hizo en mi niñez, admiro a mi papá y a los de ustedes también porque así se quedaran sin algunas cosas para ellos, lo primero eran sus hijos(as).
Recuerdo que los escondían muy bien porque jamás, afortunadamente, me tropecé con ellos accidentalmente. Algunos años después, como a todos nos pasó, alguien en la escuela acaba con tu ilusión de los que los Reyes Magos existen. Bueno, después de ese duro golpe me puse la tarea de encontrar los juguetes y ¡jamás lo conseguí!
La emoción de bajar las escaleras de dos en dos y llegar a la muñeca que decía mamá, o la casita de Barbie, o el juego de cocina (que ahora pienso no sabía lo que pedía, eso de cocinar y lavar ollas...) no se comparaba a la emoción de mis padres al vernos tan felices.
Abrir las cajas y sacar la muñeca con ese olor tan especial a nuevo, acomodar los accesorios que trajera la muñeca o armar la casita nos llevaba todo el día, pero hacíamos algunos altos para comer un poco de galletas.
Cuando era niña no veía la felicidad de mis padres al vernos emocionadas abriendo nuestros juguetes, como niña era egoísta y sólo me preocupaba encontrar todo mi pedido, pero ahora recuerdo sus caras, denotaban más emoción que las nuestras.
El momento de partir la rosca y tomar chocolate sigue siendo una obligación en nuestra familia. Cuando era niña me enojaba cuando no me tocaba el muñequito, ahora rezo tres padres nuestros antes de partir mi pedazo para que no me toque, la familia ya creció mucho, ¡ya hay mucho sobrino! Y además ahora no sólo parto una rosca, mínimo unas tres, ¡entonces el miedo es mayor!
Este año tuve suerte y no saque ni un muñequito, así que espero el 2 de febrero, Día de la Candelaria, con ansia, que tranquila me siento… ja, ja, ja.
Como dato curioso les comparto que la rosca representa una corona, las frutas representan las joyas y el muñequito al niño Jesús que fue escondido y protegido de Herodes. En nuestro país la tradición fue importada de España y ya es costumbre merendar la rosca la noche de reyes.
Yo no soy madre, pero si lo fuera, me esforzaría porque tuvieran viva la ilusión de esta bella tradición que inició en los primeros días de evangelización en el Nuevo Mundo y que afortunadamente se niega a morir. Les inculcaría dejar su carta en su zapato, como me lo enseñaron a mí, y seguro no sólo les ayudaría a abrir las cajas sino también jugaría con ellos todo el día, pero también enseñaría a darle valor a cada cosa, desafortunadamente hay miles de niños que no reciben ni un solo regalo y eso es triste.
Como sea, yo sigo disfrutando del Día de Reyes con mis sobrinos y con mi pedazo de rosca con chocolate. ¡Espero se hayan portado bien y hayan recibido lo que pidieron!
Bendiciones.