Y cuando estaba a punto de perder la fe, ocurrió algo que hizo que esa Fe que no era más que una semilla de mostaza, moviera sino montañas ¡Sí todo mi mundo!
Mi padre enfermó años atrás, pero en este año se había agravado considerablemente :( la familia sabíamos que se acercaba el día en que él, mi padre, pasaría a otro plano. Durante estos meses difíciles sus hijas tuvimos la gran bendición de cuidar de él y de demostrarle todo nuestro agradecimiento por sus grandes enseñanzas. Mi mayor dolor era ver que ya estaba sufriendo demasiado. Nunca he sido muy católica, creo en mi Dios y le agradezco lo que me ha dado, como este gran ser humano que fue mi padre, pero no voy a la iglesia, no traigo medallitas y así.
En ocasiones le había hecho peticiones a Dios cuando me encontraba en situaciones difíciles, pero nunca me escuchó o al menos eso creía yo, ahora entiendo, era mi falta de Fe. En esta ocasión tenía miedo de pedirle que ya no hiciera sufrir a mi papá, que lo perdonara quitándole tanto dolor. Tenía miedo de que no me escuchara. Pero lo hice y se lo pedí. Un viernes mi papá amaneció súper mal, su dolor ya era insoportable, ni los medicamentos le permitían estar en paz, pero lo que nunca imaginé era que esa tarde sería su último atardecer. Estuve con él por la mañana y me fui a trabajar. Ya en la tarde me entró una angustia que no podría explicar. Unas ganas inmensas de salir corriendo al hospital. En ese momento cayó un aguacero memorable, parecía que el cielo lloraba anunciando lo peor, ¡y yo con chanclas! pensé cuando pase el diluvio me iré. Y fue en ese espacio cuando sonó el teléfono y la noticia de su muerte cimbró mi corazón. Salí corriendo tan rápido como puede al hospital, olvidándome incluso de mis pies y mis chanclas. En el camino que no sé ni cómo llegué, porque no recuerdo que calles crucé; si respeté las señales de tránsito, no recuerdo nada. Lo que sí recuerdo es que en medio de llanto y dolor dije: GRACIAS SEÑOR!
Gracias porque atendió mi petición y seguro la de mis hermanas y madre también, le quitó todo su dolor y aunque es angustioso ya no volver a verlo y abrazarlo, entendí que no podía estar en un lugar mejor. Ahora estaba con Dios ¡qué bendición más grande! Me tranquilizó saber que ya no sufría más, que ya descansaba en Paz, mis lágrimas eran porque ya lo extrañaba; a él y a sus sabios y amorosos consejos. Comprendí que cuando pides con amor Dios te escucha.
Cuando llegué a donde él, a ese cuarto de hospital frío donde pasó sus últimas horas, ¡su temperatura era cálida aún, lo abracé, lo besé, le pedí perdón y le agradecí mil veces haber sido mi padre, sentí su respiración y sé que me escuchó!
Son estos episodios inevitables que todos lamentablemente vamos a vivir, sino es que ya ha pasado, los que nos hacen regresar nuestra mirada a nuestra Fe, en lo que creemos.
Ya en el velatorio lucía guapísimo!
Siempre he sido celosa de vida privada, así que decidí no avisarle a mis amistades del fallecimiento de mi padre, quería apoyar a mi mamá y estar con mis hermanas. Pero pueblo chico... Y cuando me di cuenta ya algunas amistades llegaban a mí con palabras benevolentes y abrazos sinceros, lo agradecí como no tienen una idea! Que reconfortante sentir amor en esos momentos, GRACIAS. Así que decidí avisarles a algunos que no lo sabían... No llegaron nunca!
Cosas que pasan y que nunca creíste que pasarían, uno que la muerte está en la esquina y dos que tus amigos del alma no siempre están para apoyarte... Sus motivos tendrán. Agradezco también a quienes se tomaron la amabilidad de marcarme, GRACIAS.
Y lo mismo pasa con la familia, te fallan los que creíste no te iban a fallar y llegan de lejos los que nunca pelaste en el año, amorosos y con un sentimiento real.
Así como la sorpresiva llegada de las personas que ni al caso! Esos que sabes nunca te estimaron ni estimaron a tu fallecido. Es más muchas veces hasta te desearon el mal! Bueno ésos estaban también! No sé si por culpa, arrepentimiento (que sería muy bueno) o por seguir criticando y juzgando... Sus motivos tendrán!
Y que tal cuando mi amiga que es una despistada me pregunta ¿amiga y ese travesti quién es? A lo que contesté; cálmate que es mi tía, Ups! Bueno hasta se la tuve que presentar para que me creyera que era mujer y no hombre, ella es de las que dice hasta no ver no creer!
O esa culpa que sentí cuando vi llegar a mi prima (por parte de mi papi) y me dio un abrazo tan prolongado en el que me dio tiempo de recordar la muerte de mi tío, su padre, y que no fui al entierro ni al velorio, es más nunca le di el pésame, así de mala onda yo! Me destrozó moralmente y en ese momento le pedí una disculpa, a lo que me dijo "no hay nada que perdonar".
Y es que cuando se muere un ser querido de una amistad o así, lo sientes y dices que mal plan, pero cuando te toca vivirlo es cuando lo entiendes y lo sientes TODO.
El último adiós!
Ya en el panteón la tristeza era mayor. La despedida se dio entre sollozos que se escuchaban quedo, pero tristes, y abrazos de las personas que nos encontrábamos ahí. Estábamos los que realmente llegamos amar y admirar a este gran personaje que fue mi padre.
Fue en ese momento que llegaron mis primas (por parte de mamá) que yo sabía que existían, pero que nunca tuve un acercamiento a ellas. Tomaron la palabra y dijeron cosas hermosas no sólo de mi papi sino de sus primas también, entre ellas yo. Otro jalón de orejas para mí! Tenía unas primas maravillosas y nunca me había dado el tiempo de hablar con ellas, mal. Pero bueno ahora mi papá me ha dado la oportunidad de conocerlas y no sólo saber de sus existencias.
Y la participación de las primas fue tan buena, que la gente nos preguntaban que quiénes eran, que si las habíamos contratado o algo así, por qué ellos las querrían para sus funerales! Por un momento pensé en lo fructífero que podría ser ese negocio ;)
Entre la gente que llegaba a darme el pésame perdí una de mis arracadas, unas a las que tengo mucho aprecio y que hoy atesoro como una gran prueba de amor.
Lo curioso de esta pérdida de arete, es que me di cuenta cuando Tere, una amiga de mis hermanas, me abrazó y se abrió el aro, pero dije ahora me fijo si se cayó. Entre una cosa y otra se me olvido. Terminando los funerales y cuando llegué a casa me vi al espejo y noté la ausencia de la arracada. Anteriormente cuando perdía algo me ponía muy grave! Pero en ese momento pensé es mayor la pérdida humana que la material. No me angustie y además en el fondo yo sabía que la volvería a ver, algo en mi interior me lo decía.
Hasta el tercer día regresé al cementerio con la intención de llevar flores pero también de recoger mi arracada. Si así con esa seguridad fui. Yo sabía que mi papá me la cuidaría y me la daría, y así fue. Ni siquiera busqué, bajé la mirada y ahí estaba brillante como el sol!
Nunca terminaré de agradecer a Dios, el padre que tuve, NUNCA. Haber sido hija de Carlos Medina es un gran orgullo porque siempre fue un hombre valiente que vivió y trabajó únicamente para su familia. Amaba la familia. Le encantaba las reuniones familiares, por ello es que nos reunimos todos los viernes para cenar. La cocina de su casa es nuestro punto de encuentro!
Los valores que sembró en sus hijas son los que me han hecho ser la mujer que soy ahora. Y este papá tan maravilloso hasta en su último aliento, en su enfermedad, me enseñó que no merecía a mi lado a esa persona. Su partida me lo dejó muy, muy claro.
Y suena mal y suena raro y suena loco, pero una vez que lo enterramos tuve una paz infinita y el miedo que sentía desde niña a estar sola se desvaneció como por arte de magia, ¡me sentí sin miedo! Ni años de terapia me habían ayudado a superar este miedo o necesidad! Se tuvo que ir para que yo aprendiera y reconociera que ÉL es el hombre de vida, mi milagro, mi FE!
El show debe continuar y éste va a tu salud papá!