No es malo para el partido pero sí para los ciudadanos, sobre todo para aquellos soñadores que pensamos en los ideales de la democracia, especialmente los que habla de separación de poderes.
Ni siquiera el hecho de que un partido acaparara la votación de julio del 2009 ha sido factor de cambio, pues -por ejemplo- hay pocas cosas que distinguir entre alcaldías panistas, priistas y perredistas, ya que todos usan los mismos métodos, basados sobre todo en el libre acarreo de los recursos públicos.
Así es que la uniformidad a la hora de gobernar, la falta de ética y el desequilibrio entre poderes hace una amarga combinación.
Pingo, el perro que en la que casa de ustedes se siente amo y que presume de sus dotes de politólogo, afirma que con estos amigos en las estructuras de poder, los mexicanos no necesitamos enemigos.