Son pocos los funcionarios del blanquiazul realmente efectivos en sus tareas, como bien lo sabe la gente.
Quizá por eso tratan de lograr un cierto barniz a través de un centro que logró cierto prestigio y que en pocos años se lo acabaron.
Ya he tratado el tema más de una vez, en referencia al Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM) que hoy dirige Jorge Morales Barud, quien tiene la encomienda de sacar al buey de la barranca para darle -como decía- un cierto lustre al panismo que no ha sido capaz de generar sus instituciones educativas de calidad, como si lo hizo su antecesor, el PRI.
Hoy el CIDHEM lleva a cabo una intensa jornada sobre un tema de gran interés.
Habrá que ver si es un impulso constante o sólo le dan a su director un poquito de aire para que se emocione y luego lo dejen sin apoyos.
Por lo pronto, me vuelvo a preguntar que pensaría si viviera el fundador de la institución, Ricardo Guerra, marcado para siempre más por su calidad de esposo intolerante de su mujer que por sus méritos como filósofo y ahora que su obra final ha cambiado de concepto y ya no es lo que era.