Los hechos tienen varias lecturas, la primera de las cuáles es que las autoridades deben hacer más para negar lo que es evidente.
La segunda lectura es que de una semana para acá se ha complicado el trabajo de sicario, pues varios de ellos han caído en poder de la Policía, cuando antes eso no ocurría ni por accidente.
Ayer, de acuerdo al reporte de los compañeros de la sección policiaca, ni a balazos impidieron que varios de sus colegas terminaran en la cárcel.
Pero la delgada línea roja que antes separaba al resto de la población de los ataques de la delincuencia organizada contra sus pares se ha roto.
El menor herido en los hechos estaba a dos cuadras de distancia en el ejercicio de su oficio de vendedor de fruta. Afortunadamente su lesión no tuvo consecuencias.
El general Gastón Menchaca Arias no quiere mucho a Morelos, por lo que no se esmera en hacer bien su trabajo.
Mientras hace planes o hace como que los hace, los morelenses vivimos en la incertidumbre.
Por lo menos, que le bajen el sueldo a ese señor o le reduzcan el aguinaldo, para compensar su poca productividad.