La historia no es nueva y se repite cada año, no sólo aquí, sino prácticamente en cada una de las comunidades del estado de Morelos, que periódicamente se quedan sin agua potable por adeudos de electricidad.
Pero en el caso de Cuernavaca, que es el que nos ocupa, sólo se confirma que el SAPAC en manos de Javier Bolaños Aguilar -en la administración del alcalde Sergio Estrada- sólo se sometió a un proceso brillante de embellecimiento, que lo convirtió en un organismo moderno, eficiente, con altos estándares de calidad y casi casi la octava maravilla del planeta, pero gran parte de eso sólo era papel, porque todo lo que se emprendió fue a base de no pagar el consumo de energía eléctrica.
Allí se explica de donde salieron los recursos para aparecer como muy operativos, pero en realidad se castigaba al futuro de los consumidores, que hoy de tanto en tanto hacen buenos corajes porque el servicio deja de funcionar por deudas con la Comisión Federal de Electricidad del orden de varias decenas de millones de pesos.
Por eso, uno se acostumbra a desconfiar de las transformaciones maravillosas y salidas casi de la nada. Casi siempre tienen truco.