En su papel de politólogo honorífico de esta columna, el sagaz can dice haber visto en un solo rostro todos los rostros de los priistas, ya que presentaban las mismas facciones: salivación excesiva, las mandíbulas a punto de mordida, ojos saltones como si persiguieran un apetitoso hueso -bueno, justo eso hacían- mientras acompañaban a quien aspiran que sea su líder.
El observador perro descubrió que el peor caso fue el de Julio Espín Navarrete, porque el montón de acarreados obedecía más a Maricela Sánchez Cortés y a Guillermo del Calle Reyes que al supuesto candidato, dispuesto siempre a llegar hasta el límite de la ignominia con tal de cumplir.
Pingo indicó que no se equivocó él ni Canito ni la iguana verde cuando señalaron hace días que correrá la sangre en este proceso electoral, pero ahora agregó que correrá más aún el dinero, única arma efectiva que le queda a quienes aspiran a controlar el jugoso presupuesto del PRI. ¿Política?¿Ideología?¿propuestas para los militantes? No, joven, no se equivoque. Eso a nadie le importa.