Hace algunos años vino a Morelos una delegación de profesores chilenos a conocer detalles de nuestro sistema educativo.
Uno de mis compañeros, creo que Evaristo Torres, les preguntó por las diferencias que notaban entre su país y el nuestro. Uno de ellos dijo que en Chile los maestros no podían darse el lujo de tener auto y ellos veían en las escuelas que conocieron los autos de sus anfitriones.
Se percibía en sus palabras una especia de envidia -de la buena- por lo que México los ofrecía a los profesores y que allá no tenían.
Creo que ahora sabemos que esa no es una diferencia significativa, sino el hecho de que en Chile se valora más la vida humana.
Aparte de que hasta la hora de escribir esta columna el rescate de los mineros era un prodigio de ingeniería -con una logística digna de la NASA. Parecían mas alemanes o japoneses que latinoamericanos- me molesta saber que aquí las autoridades no hacen lo suficiente para cumplir con su papel.
Y no lo digo de oídas. El ataque a balazos contra un rutero descortés muestra más de l que se ve a simple vista, por poner sólo un ejemplo.