Y para colmo, las medidas de seguridad adoptadas para evitar la injerencia de los otros partidos no funcionaron, porque hay panistas y perredistas ya inscritos para votar, como siempre ha ocurrido en esta década de comicios internos.
Eso quiere decir que lo mismo Oscar Sergio Hernández Benítez (verdadero jefe del PAN, ya que sólo le encargó el changarro a Germán Castañón) que Graco Ramírez y Fidel Demédicis (dueños a partes iguales de lo que queda del PRD, o sea, las puras siglas y un montón de gente dispuestas a dejarse acarrear por unos pesos) van a tener voz y voto el domingo 7 de noviembre.
Todo eso significa que la elección es una terrible pérdida de tiempo, pero debe hacerse en nombre de una democracia que no existe en México, para justificar más adelante mayores excesos, que afectarán aún más a quienes de por sí pagan siempre los platos rotos. Claro, me refiero a usted y yo, sin ninguna duda.
Por lo menos, si se trata de saber quién es el más mañoso, el 7 de noviembre deberían programar todo para que acabara temprano el duelo y nadie se tuviera que desvelar.