A la institución acuden en un día normal más de cinco mil personas, entre alumnos, maestros y trabajadores manuales y administrativos, por lo que una población así no puede desdeñarse y requiere servicios públicos, incluido el de la vigilancia policiaca.
Adicionalmente, la escuela es fácil de vigilar porque no tiene más que una calle de acceso y no se requiere de mucha ciencia para tener bajo control los extremos de esa arteria, justo donde los que por allí pasan a pie caen en las garras de los maleantes.
Si el alcalde priista -digno heredero de Gustavo Rebolledo, por lo que se sabe de su gestión- hizo lo que había prometido, seguramente quienes mataron a un hombre ayer por la tarde, casi noche, seguramente fueron detenidos.
De no ser así, no sé cuántos muertos más necesita para darse cuenta de que debe actuar y proteger a la segunda institución de educación superior de la entidad.
Por lo pronto, los jóvenes que organizaron la movilización anterior seguramente están ya muy activos en defensa de su derecho a la seguridad.