Ya he explicado que la mentada iguana verde se describe asimismo como "trepadora", porque a la malvada le encanta estar encima de un tulipán -mi tulipán- cuyas flores disfruta enormemente.
Un tiempo fue víctima de la depresión, porque sintió que no había mucho trepador como ella en el mundo. De repente escuchó las conversaciones filosóficas que Pingo sostenía con su compañero el Canito, en el que el audaz perro criticaba acremente a los partidos políticos y a quienes se escudan tras un logo.
En esas pláticas Pingo dijo que cuando el PRI recuperara formalmente su estructura interna se llenaría de trepadores de la política que acosarían a la nueva dirigencia.
Entonces la iguana verde se puso feliz y esperó con calma y paciencia a que los priistas renovaran su comité directivo.
Hoy casi baila de alegría, porque dice que una vez que Amado Orihuela Trejo ha llegado a la silla principal, los trepadores comenzarán a llegar y ella, la iguana verde, podrá mejorar su vida social.
Lo que no se ha dejado explicar es que es otra clase de trepadores, no tan benignos como ella, sino de una clase dañina.
Tengo entendido que Pingo ha tratado de explicar la diferencia y aclararle que esos trepadores abundan también en el PRI, el PRD y el resto de los partidos, pero ha sido en vano.
La iguana verde espera ver el PRI lleno de trepadores. Lo malo es que no le faltra razón.