En los hechos significa que quienes tengan que pasar por eso estarían en un limbo legal: ni libres ni detenidos. Sin posibilidad de moverse y sometidos por un plazo indeterminado, porque el arraigo se podría acortar a petición del MP o alargar por acuerdo de un juez.
Eso podría ser un instrumento para aportar pruebas en contra de delincuentes que se quieran pasar de listos, pero tiene más que ver con incrementar la capacidad de represión del Estado que con el combate eficaz al delito, porque parece no bastarles con la creación de un nuevo sistema de justicia que incluye nuevos delitos y una aplicación más expedita del castigo, como en el caso del terrible crimen de pasarse un retén, que se castiga con la muerte ipso facto.
Sergio Estrada Cajigal Ramírez y Eduardo Becerra Pérez habrían sido felices en su época, porque en lugar de encarcelar brevemente a periodistas, los habrían podido arraigar por semanas enteras para que aprendieran, los muy hijos de su madre.
Supongo que por eso esta gente ociosa, los procuradores, proponen semejante salvajada, que así como está mi pobre país, será aprobada y ampliamente anunciada a los 300 mil twiteros que “siguen” a Felipe Calderón Hinojosa.
Al respecto, Pingo –ese perro que en la casa de ustedes se siente el amo- dijo desde “su infinita sabiduría” -palabras de él, no mías- que mejor harían en cancelar todas esas plazas privilegiadas que se crearon en las estructuras federales y estatales para consentir a los parientes y amigos y destinar ese dinero a dar sueldos decorosos a policías, agentes del Ministerio Público, peritos, jueces locales y en general todos los involucrados en la prevención y persecución de los delitos, así como en la impartición de justicia.
Aunque luego de sacar de su ronco pecho un párrafo tan largo, el Pingo suspiró y dijo que tal cosa nunca ocurrirá, porque quienes gobiernan prefieren más a sus amigos que a los gobernados, porque tienen la idea –eso dijo y lo respaldo- de que aún hay suficiente país para derrochar. Por lo menos, en la fiesta presidencial de ayer no hubo mucha autocrítica.