Si las malas lenguas dijeran la verdad, entonces el respaldo de Bolaños Aguilar sería el respaldo al negocio que dicen se hace desde la dirección del Transporte.
Pero mejor démosle el beneficio de la duda y dejemos los malos pensamientos a un lado.
Pero eso significa que, apurado como está Bolaños en negociar en torno a una mesa de cantina todo los problemas de Morelos, no ha tenido tiempo de enterarse de lo que realmente hace –o deja de hacer- ese tristemente célebre árbitro, vendido a los intereses del gremio que debe controlar, según sus detractores, que son muchos.
Y esa ingenuidad del subsecretario de Gobierno no es por falta de tablas, sino por exceso de desgaste. Ha estado demasiado tiempo cerca de las mieles del poder y el puesto menor que hoy tiene no tiene tantas herramientas para resolver los problemas cómo antes.
Por eso sería sano que quitaran a Alva Meraz y de paso, para que no se sienta solo, a Bolaños. Una decisión salomónica.