Pero mientras, los mexicanos hacemos hasta lo imposible por no merecer la tierra que nos vio nacer. Somos especialistas en obstaculizarnos unos a otros. Ayer como a eso de las doce y media de la tarde me tocó ver como un chofer de la Ruta Ocho generaba una larga cola de autos en la calle Abasolo que daba la vuelta por el bulevard Juárez porque el señor detuvo su vehículo para comprarse una gorda en un negocio del lugar.
Está bien que trabaje horas y horas explotado por sus patrones, pero así como ellos no tienen consideración, tampoco él la tiene por sus conciudadanos.
Es un ejemplo muy pequeño pero demasiado frecuente. Y los ejemplos grandes también sobran. Por ejemplo, el periódico Reforma señala que el gobierno federal entregó el llamado Plan Nacional de Reducción del Gasto Público a la Cámara de Diputados, donde supuestamente se consignan los esfuerzos por disminuir la nómina a través d despidos, pero la mayor parte d estos no corresponde a los burócratas mantenidos, sino a los miembros del liquidado Sindicato Mexicano de Electricistas, cuyos nombre sudaron para salvar los puestos de los amigos.
Eso no es un abuso, es un intento más por demostrar que los mexicanos aguantamos todo y hasta damos las gracias.