Los dos aquí citados son los negociadores en su máxima expresión, cualquier cosa que haya que hacer, por indigna que parezca, la hacen, que de algo tienen que vivir.
Por supuesto, en los demás partidos también hay gente así. De hecho, sobran.
Y no hay nada que les haga pensar en nosotros los ciudadanos, los que supuestamente les damos de comer, los que pagamos sus consumos en los mejores restaurantes y los boletos de avión cuando se van a pasear con las familias o los amigos (y las amigas) o lo que sea, que para eso nos representan.
Y lo peor es que lo que negocian es quedarse con los recursos que deberían ser para todos.
Lo que gana Graco, Demédecis, Castañón, (agregue aquí una larga lista de priistas y panistas) y otros en realidad es dinero que le tocaba (en obras, servicios o menores impuestos) a usted.
Pero como el que calla otorga, ni quien diga nada. De a poquito, esos señores le chupan el alma y creo que todavía hay personas que les dan las gracias.
Cosas de la política, cosas de México.
Por cierto, ayer Javier Bolaños Aguilar ratificó lo dicho el miércoles en este espacio: “…a nivel estado prevalece un clima de cierta tranquilidad y son muy pocos los conflictos colectivos de relevancia…” Así lo consigna una nota de mi compañero Daniel Alcaraz. Ante eso no hay mucho que agregar, excepto que podemos decir que si él vive en Morelos, lo hace en el barrio más tranquilo que pudiera existir y que muchos, la mayoría, no tenemos el gusto de conocer.