Lo anterior manda un claro mensaje para la autoridad federal: las cosas no deben improvisarse y menos ir contra el Estado de Derecho porque hasta los más culpables pueden quedar exonerados.
Lástima que nadie en el gobierno federal reciba esos mensajes, ocupados como están en el uso de la estructura de gobierno para sus fines de preservación del poder por encima de todas las cosas.
Y siempre he dicho que también se requiere saber de Historia para evitar tropezar con la misma piedra. Pero también es un consejo que cae en el aire, pues no existe ninguna persona en oficina alguna dedicada a un rubro tan importante.
Así es que no sorprende a nadie las metidas de pata que un día sí y otro también vemos por radio, televisión, prensa escrita e Internet, como si se tratara de un plan secreto de banalización de las tarugadas oficiales. De tantas que son, al rato nadie les hará caso y quienes las cometen llegarán a tener más adelante no sólo la impunidad de la que hoy gozan, sino la discreción nacida de la indiferencia. Un plan verdaderamente malévolo.