Eso me impresionó, porque mis paisanos y su servidor apenas podemos decir (uán coke) cuando queremos pedir un refresco en Inglés.
En cambio, esta persona, con el suficiente poder y recursos para dar el mensaje en su idioma natal o en el que fuera, lo hizo en el idioma de sus visitantes, con lenguaje claro y preciso.
También me llamó la atención que los directivos de Unilever reconocieron una y otra vez la labor de su personal mexicano, así como el gran enfoque dado a la seguridad y a la prevención en esa visita.
Por supuesto, Unilever tiene todo el dinero del mundo para construir buenas instalaciones, pero no se necesita dinero para adoptar muchas de las prácticas que les han hecho empresa de alcance mundial.
Los mexicanos nos resistimos a mejorar, somos los mismos de siempre, impuntuales, incumplidos y chambones, cuando podemos eliminar de un plumazo todos esos vicios, si quisiéramos, lo que nos convertiría en personas tan productivas como las que trabajan en empresas como la que hoy he citado varias veces.
Un negocio pequeño no tiene porque dar un mal trato a sus clientes. O engañarlos con promesas que nunca se cumplen.
Pero tampoco está prohibido dominar otros idiomas. Hoy hasta por Internet puede aprender usted otra lengua o practicar con hablantes de la misma de otras latitudes, lo que técnicamente no tiene costo.
Lo que cuenta es la disposición de aprender, el empeño por ser mejor.
Reitero que me impresionó que el principal directivo a nivel mundial de una empresa tan importante haya venido a Cuernavaca y nos hable en español.
No entiendo por qué aquí nos empeñamos en ser menos.
Fue, la de ayer, una interesante lección.