Liberados por lo menos un día de tan molesta presencia (de tanto que participa a veces cae gordo, más ahora que tiene paranoia) podremos hablar de temas realmente candentes, como el arranque de las campañas que no lo son, pero que tanto se parecen, con políticos de todos los partidos en constante y casi impúdica exhibición.
O del eterno tema de este espacio, la deuda que han contratado los alcaldes morelenses y que ya llega a mil 300 millones de pesos –según cifras oficiales- que alguien tiene que pagar alguna vez.
O quizá hablemos de la inseguridad que afecta a Morelos, sobre en Huitzilac, municipio que está a un paso de la ingobernabilidad y donde la delincuencia es el verdadero poder.
O quizá de los problemas del sector educativo, donde los problemas causados por la falta de presupuesto para cubrir las plazas vacantes de profesores frente a grupo hace estallar periódicamente conflictos sociales, que sin bien son muy localizados, de tantos que son no dejarán de crear problemas.
Podemos abordar también la suma de todo eso, que es como terminará ahora que estemos ya en los tiempos verdaderos de los procesos electorales y que servirán para chantajear a la autoridad, presionada para brindar unos comicios tranquilos.
No debemos olvidar que con ese fin hace seis años la secretaría de gobierno cometió el terrible error de ceder inmediatamente y sin condiciones a una presión que amenazaba aparentemente la tranquilidad de Morelos y al final la cosa resultó mucho peor.
Por supuesto que me refiero al cierre casi instantáneo del tiradero de Tetlama, que convirtió a Cuernavaca y a muchos puntos más en enormes basureros que desprestigiaron la fama de la capital de Morelos.
Hoy vivimos al borde de presiones semejantes, que creo conveniente señalar antes de que alguien la riegue en grande. Y Oscar Sergio Hernández Benítez no es precisamente un modelo de sensibilidad.