Lo triste del caso es que después de tanto dinero sólo sirvió para perpetuar los viejos vicios de siempre, pero a mayor costo (aunque también sirvió para que Antonio Tallabs se divirtiera de lo lindo en sus paseos en moto por ese lugar cuando cobraba como mandamás de las prisiones morelenses) y hoy ha llegado a niveles tan deprimentes que hasta túneles construyen en las barbas de los que cuidan.
La Naturaleza le ha dado una mano a los responsables de tener a buen resguardo a los que han delinquido, ya que dicen que fue una inspección por causa del sismo sabatino lo que permitió encontrar la excavación. De otra manera dentro de poco estaríamos de nuevo en lo más alto del ranking de lo insólito cotidiano.
Por lo pronto -y por poquito- esta vez nos salvamos.