Creo que el astuto (aunque eso no le quita lo ingenuo) animal se refería a la columna llamada “Sin embargo se mueve”, que el pasado miércoles escribió el doctor Antonio del Río Portilla, uno de cuyos párrafos señala “En los últimos estudios sobre sistemas biológicos que he emprendido, me he convencido de que estos sistemas operan a máxima potencia, lo que indica que buscan usar la mayor cantidad de energía o de suministros para aumentar a toda costa su población; la mayoría de las veces en contra de su propia existencia”.
Dice el Pingo que eso confirma su teoría (de considerar a los políticos como no humanos a aunque sí seres vivos, muy vivos, tanto que se pasan) y que como tal cumplen con lo señalado por el doctor Del Río, en el sentido de que buscan todos los recursos a su alcance para incrementar como sea su población.
Dice que esa nueva línea de conocimiento le ha dado nuevas ideas, otro enfoque para tratar de controlar eso que él llama plaga (en eso tiene razón) y piensa (ecológico como siempre ha sido) que ni siquiera deben usarse sustancias dañinas para el medio ambiente, sino que quizá -considera él- algún control biológico, como criar una mosca que se meta en los políticos y anide en su cerebro y mediante esa acción se atenúa su voracidad.
No se le quita lo radical, pero es una lástima de que, fantasiosa o no, esa solución ya no se pueda aplicar antes de las próximas elecciones, porque justamente los políticos se preparan para llevarse todo otra vez y dejar los destrozos (y las cuentas por pagar) para que los apuntadores ciudadanos paguemos, como ocurre desde hace muchos años.