Consideran que por un lado es muy duro el tratamiento que recibe gente como Rabindranath Salazar Solorio, pero por el otro reconocen que el citado legislador y ex alcaldes es una fichita en toda la extensión de la palabra. En realidad los perredistas auténticos tienen muchos motivos para sentirse tristes y engañados, pues las siglas de su partido (sólo eso queda) han servido para que un montón de vividores se la pasen muy bien, mientras ellos, los que hacen el trabajo de convencer a los votantes y aún incluso los acarrean alas urnas, siguen en las mismas, con gobiernos que no responden a sus intereses.
Lo peor de todo es que la mayoría de los perredistas verdaderos tienen ideología, y es de izquierda, mientras que sus dirigentes y los que ocupan cargos de elección a nombre de su partido carecen no sólo de ideología, sino de lealtades y compromisos y, aparte, son extremadamente corruptos (como el resto de los políticos).
Pingo no puede desaprovechar la oportunidad de meter su cuchara. Ese extraño perro con tendencias humanoides (le gusta, entre otras cosas, ponerse a filosofar) irrumpe siempre en esta columna y hoy lo hizo al final, para decir que quienes ocupan buenos cargos públicos a nombre del perredismo son unos ingratos. Y los perredistas auténticos unos (aquí dijo unas cosotas que no deben reproducirse en letras de molde) por dejarse.