Más allá de su repetitiva –pero no mal encaminada- propuesta de “castración contra la corrupción” (y a mordida limpia) creo que ese astuto aunque ingenuo animal ha pensado en hace obligatoria la exhibición no de las nóminas ni de los presupuestos, sino de lo que se gastan las esposas y los hijos de los políticos.
También propone un impuesto casi confiscatorio para servidores públicos por “tenencia de casa chica”, ya que Pingo entiende que en el caso de los políticos, sus placeres de la carne son pagados con el dinero de todos.
Está muy detallista el extraño can, pero creo que lo que haga o diga no le hace mal a nadie y, de aprobarse como piensa él que se aprobará, será un gran avance, un paso pequeño, pero un salto gigantes, como dijo Neil Armstrong hace ya algunos ayeres cuando llegó a la Luna.