Sin embargo, cuando leyó lo que ayer publiqué, su molestia desapareció. No porque creyera que mis dotes literarias habían mejorado o porque mi prosa lo conmovía, sino porque lo plasmado en letra impresa simple y sencillamente le daba la razón y justifica seguir adelante con su cruzada para salvar a los hombres (y mujeres) de esa raza depredadora que hoy los esclaviza.
Por supuesto que “raza depredadora” es el nombre (uno de tantos) que Pingo le asigna a los políticos, a quienes ve –impotente- como hacen de las suyas y nosotros hasta les damos las gracias.
Al enterarse por esta columna de que el gobierno federal y el Congreso de la Unión promueven la entrada en vigor de un nuevo código penal que nos mete como país en una auténtica dictadura, pues le permite a la Policía y al Ejército detener a cualquiera con sólo afirmar que es “sospechoso”,.
Pingo, ante tantos excesos, dijo con toda la fuerza que le da su fuerte personalidad: “SE LOS DIJE”.
Y es que así lo dijo, con mayúsculas.