Simplemente basta con analizar la reacción de los ciudadanos ante excesos de quienes tienen la etiqueta de autoridades municipales, aunque no lo sean, sino simples empleados públicos, luego de que en un lapso de pocos días ha habido dos vehículos quemados ante igual número de incidentes en que “servidores públicos” borrachos atropellan a gente.
Los excesos cometidos desde las alcaldías han colmado la paciencia de los gobernados. En muchos lugares se guardan la formas y la reacción no pasa de una mentada sonora, pero donde optan por no disimular, pues llegan a la fuerza para demostrar ese hastío.
Y eso es indicativo de que las cosas no están bien.
Ojalá y los candidatos a alcaldes tomen nota.