Ni autobuses, ni micros ni nada que ruede quedó libre de esa plaga que es la propaganda electoral. Lo malo es que como la dirección del Transporte es un nido de corrupción (no descubro el agua tibia) ni siquiera intervino para normar las medidas de los anuncios y hoy los enormes rostros tapan todo, absolutamente todo de los vehículos excepto el frente y no hay manera de distinguir desde los laterales o la parte trasera cuál es su trayecto.
Ahora es necesario correr para ver el parabrisas y tratar de descifrar en el menor tiempo posible el destino de cada unidad, para ver si hay que subirse o no.
Eso es algo que tenemos que agradecer (claro que es una ironía) a quienes buscan nuestro voto y que sólo piensan, como ya sabemos en ellos en primer lugar (y en segundo, y en tercero y en..)
Los ciudadanos y nuestros requerimientos, por supuesto, no cuentan para nada.
Por eso, el Capitán Voto no tiene tan fácil su meta de incrementar la participación electoral, pero ojalá lo logre.