Ya que los votos que prometió ese partido –que como tal no existe, es sólo el membrete detrás del que se esconden los líderes del SNTE- nunca llegaron, ni siquiera el 10 por ciento.
Quién les manda no sabe elegir a sus amistades.
Hoy están en la ruta de la ignominia y hasta lo fanfarrón se les ha quitado, lo que ya es algo.
No sabemos cuánto tardarán enclaustrados en la banca esos priistas de Morelos. Los que puedan correrán a colocarse en el gobierno federal, pero por lo menos ha sido una cura de humildad que hasta hace tres semanas no esperaban.
Al final presentían su destino, peor no lo imaginaron tan dramático. Y más lo es porque muchos candidatos tricolores que perdieron hoy viven escondiéndose de sus acreedores, que también son muchos.
Algunas son deudas formales, dinero que pidieron prestado, o servicios o productos que usaron para conquistar a los electores y que planearon pagar con los recursos públicos que fluirían a raudales una vez en el poder.
Y eso, que se veía tan seguro, tan probable, no ocurrió.