La situación ha creado un peligro evidente para quienes circulan por allí, en auto o en transporte público y han puesto en evidencia la (mala ) calidad de los trabajos de encarpetamiento en diferentes rumbos de la capital morelense.
Pero también ha traído a mi memoria que así –tapando baches- comenzaron lo que después serían los grandes negocios de la época panista o, mejor dicho, estradista, cuando el entonces alcalde arregló numerosas calles ante el aplauso general y el regocijo propio.
Para llevar a cabo la obra que acabó con “cuernabaches” el gobierno municipal contrató a empresas sin licitación. Para burlar la ley de adquisiciones adjudicó la pavimentación de calles de manera fraccionada, de manea que cada tramo no superara el monto requerido para someterlo a licitación.
Y de allí surgió una mejor ciudad, pero un mejor negocio para unos cuantos.