La existencia de un enfermo que se dedicaba a secuestrar y matar taxistas no se enmarca en la ola de criminalidad “normal” de la entidad, pero es consecuencia de la falta de efectividad de los cuerpos policiacos.
Ese hombre, millonario, con todas sus necesidades cubiertas, consideró que no corría peligro si cometía delitos, porque él veía lo que todos vemos: que hasta hace poco la Policía no agarraba a ningún delincuente.
Aún se ignora cuántos crímenes violentos no fueron cometidos por los cárteles que se disputan Morelos, pero que se disfrazaron cuando sus autores ponían algún tipo d mensaje que sonara a narco y que, por lo mismo, ya no sería investigado.
El trabajo para detener al psicópata mata taxistas es loable y merece un aplauso. Directamente salvaron la vida de dos personas. Pero esa labor tiene que ser permanente para que la impunidad deje de alentar a la gente a cometer delitos.
También hay que destacar que todo comenzó por la denuncia de una de las víctimas, que posibilitó –conforme a la ley- la movilización policiaca que culminó con el terrible hallazgo de una perversión extrema.