Y no habla así por el tipo de casos que le informan -porque allí la tiene peor el compañero que debe acudir al lugar de los hechos- sino por la frecuencia de los mismos.
Cuenta que ya alucina el sonido del radio (el pitido del famoso Nextel) y que ya le es normal despertar a cualquier hora de la noche con la creencia de que recibió un llamado, que sólo existió en su imaginación.
Independientemente de las ocasiones en que tiene que despertar porque un hecho violento acaba de ocurrir, el resto de las noches igual abre los ojos a destiempo, con la idea de que realmente escuchó el teléfono.
Y todo por culpa de que el programa Morelos Seguro (parece que quien inventa los nombres es una persona con mucha ironía) no funciona. Y no es el único que lo dice.
Quién sabe hasta cuándo podrá recuperar otra vez el sueño y dejar de tener esas pesadillas en forma de sonido de aparato de radio.
Y lo peor es que esas pesadillas no son nada comparadas con las que viven en la vida real aquellos que son víctimas del crimen.
Y es que excepto unos cuantos, el resto de los ciudadanos decimos que ya no podemos vivir así.