Lo que se anuncia acerca de que la cobertura universal en salud es un realidad en México no es muy cierto. Pero sí lo es el hecho de que cada vez más partes de la salud pública están privatizadas y son buena fuente de ganancia para quienes están bien conectados con quiénes reparten los contratos.
Lo de la educación pública ni se diga. Se le dañó tanto a través del congelamiento del presupuesto que por pura inercia las escuelas privadas comenzaron a tener una demanda que les han convertido en buenos negocios. En la mayoría la educación es una cuestión menos importantes que la imagen y las relaciones públicas que los alumnos pueden hacer allí y que están lejos del alcance de los estudiantes de escuelas oficiales, algunos de los cuales, sin embargo aún tienen acceso a una buena enseñanza, gracias sobre todo al tesón de algunos profesores y directivos, que trabajan sobre todo por amor al arte.
Y la salud y la educación son los puntales, los cimientos, de cualquier sociedad avanzada.
O sea, que la nuestra no lo es y está cada vez más lejos de serla. ¿Podrá frenarse esa trayectoria?