Pero en Morelos especialmente sólo estará en boca, por el fundado temor a que si se aparece de a deverás podría pasar por serios disgustos.
Y es que con eso de la herencia maldita que le dejaron al actual gobierno los panistas, nadie recién llegado (excepto los secretarios y subsecretarios) puede tomar posesión de su cargo, porque los otros, los blanquiazules, no se quieren ir.
La nómina está completa y no saben cómo habrán de quitarse a los ahora considerados indeseables, lo que hace que haya pocos huesos para repartir.
Por eso, los políticos perredistas (y muchos priistas y panistas hábiles para cambiar de color) están tan impacientes por agarrar algo, lo que sea, que capaz que ven a la muerte tal y como la representamos y seguro la dejan al menos sin una pierna.
Suena patético y grotesco, pero es la terrible realidad.