Las reformas que dotaron de autonomía y recursos a los Ayuntamientos vienen del mismo periodo y desde entonces poco se ha hecho para aportar mejorías a la sociedad morelense. Y otros avances que se lograron terminaron por perderse en el camino, como el hoy tristemente grisáceo IMIPE.
Ahora se preparan grandes reformas -como señalaba ayer- pero son involucionistas, nos llevan para atrás como sociedad.
No puedo negar que ha habido diputados locales con la intención de hacer bien las cosas, pero una falta de visión enorme les impide hacer lo correcto y sólo son consecuentes con la realidad del corto plazo que les rodea.
Al tiempo que llevamos de la actual Legislatura tendrían que hacer grandes cosas para transformarse y dejar huella permanente. Pero no creo que haya oportunidad, lo cual lamento.
Morelos requiere de liderazgos para emprender los dolorosos cambios que hacen falta a fin de superar el histórico rezago que tiene nuestra sociedad respecto de varias entidades cercanas, como Puebla o el Estado de México.
Sin embargo, la mayoría de esos liderazgos apenas son regionales, nacieron de alguna protesta popular y tienen como finalidad principal obtener un cargo público, que los transformará en todo aquello que odia la sociedad.
Se requiere un cambio en la puntería electoral de los ciudadanos. Y apenas nos quedan unos meses para practicar.