Aún aquella gente -mucha aún- que no tiene acceso a las redes sociales recibe la influencia de lo que pasa en internet porque las televisoras, en lugar de buscar noticias, repiten lo que aparece en el "tuiter" o el "feis".
Y eso ayuda a desviar la atención de un gran escándalo hacia otro que parece aún mayor.
Ya nadie recuerda muchos de los excesos cometidos por políticos de primera línea, pero
tampoco los de menor rango que se excedieron en sus atribuciones. Y esos excesos en realidad deberían juzgarse no por la sociedad a través de la crítica, sino como delitos.
Eso les ayuda a ser muy felices, como en el caso de Jordy Messsguer, en cuya pagina de feis aparece una foto con su novia y referencias a que allí existe una felicidad extrema.
El detalle es que para crear ese momento feliz se usaron recursos públicos y la fuerza del Estado, con lo que se construyó un ente jurídico inservible que, sin embargo, obligará a los particulares afectados a gastar tiempo y dinero para echarlo -fácilmente- abajo.
Pero como nadie se acuerda de esas cosas dentro de la sufrida sociedad, la que siempre paga los platos rotos, pues se puede disfrutar de esa felicidad comprada.
Y por supuesto, hay peores casos, algunos terribles -de hecho, todos los abusos lo son- y desde el más grande hasta el más pequeño sigue impune. Total y absolutamente impune.
El Poder y La Gloria
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Impunes
Los políticos modernos son muy felices con el mundo hiperconectado en el que vivimos, porque por muy mal que haya sido su conducta, por grande que sea la regada, siempre será cosa de esperar apenas unos días -a veces ni eso- para que el odio que despiertan se vuelque hacia otros objetivos.
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