Fue una experiencia demasiado interesante ver a investigadores y alumnos y, sobre todo, el fruto de la labor que realizan cotidianamente. Y un poco frustrante, porque vi que para extraer el ADN no se requieren más que materiales comunes y un poco de creatividad.
Sé que el laboratorio de ADN que se construyó para la Procuraduría (que ayer cambió e nombre, por cierto) no es operativo porque faltan reactivos y no sé que más.
Quizá lo que falte sea imaginación y ganas de hacer bien las cosas, porque con materiales simples se pueden obtener buenos resultados.
Por lo menos es lo que ayer aprendí.
Los invitó a que conozcan esa exhibición. Podrán asomarse a un microscopio y ver cosas verdaderamente interesantes.
Y pensar que Morelos está llena de gente con el conocimiento para poder resolver muchos de los problemas cotidianos, pero a los que nadie consulta.
Ojalá y esas cosas puedan cambiar. Como siempre digo: soñar no cuesta.