Si quieren blindar las elecciones deben decir qué tipo de coraza debe ponerse y hacer lo necesario para que esa acción se concrete en medidas reales.
Después de las elecciones nadie se salvará si hay estropicios. Incluso merecerían doble condena los cínicos que lleguen a decir que ellos propusieron blindar el proceso.
Las palabras se las lleva el viento. Insisto, no deben decirlo, sino hacerlo.
Si tuviera el dinero que tiene Gabriel Rivas Ríos, le pagaría a su grupo de acarreados profesionales para que le aventarán jitomates al político que dijera esa palabra sin explicar en qué consiste ese blindaje.
Pero sólo Gabriel y los que lo subsidian pueden darse esos lujos, aunque ellos avientan huevos y todo lo que les ordene el que paga.
Pero regreso al tema: aunque se supone que la ley ya contempla medidas para evitar que el crimen organizado se infiltre en los partidos y en los procesos electorales, cualquier medida concreta y, sobre todo, aplicable, será bienvenida.
Pero decir sólo porque tienen boca que deben blindarse las elecciones y luego carcajearse de palabras tan huecas debe merecer sino un castigo, al menos el repudio de la ciudadanía.