Por supuesto, hay detalles importantes que espero pronto se corrijan, pero por lo pronto el ahorro de tiempo y de gasolina es enorme.
Los únicos afectados con la apertura de la obra son los vendedores ambulantes que por decenas encontraron una zona de trabajo que les daba miles de potenciales clientes a los que le ofrecían toda clase de mercancías.
Ahora el negocio en la zona terminó y deberán buscarse la vida por otros rumbos y de otras formas, pero a cambio espero que deje de ser tortura la decisión o la necesidad de entrar o salir de Cuernavaca, o al menos intentar cruzar por el libramiento, cuyo segundo piso es una obra ya anunciada y que augura problemas viales iguales o peores a los que hemos dejado de padecer, con lo que el gozo se iría al pozo.
Esperemos que la eficiencia burocrática haga el milagro de que pasen muchos años antes de que arranquen los trabajos, a fin de que el disfrute de la normalidad no sea tan efímero.
Ya se extrañaba. En serio, no hay nada como recuperar la rutina que por tanto tiempo estuvo rota.
Ya como pilón y en exceso de optimismo habría que pedir que se castigue a los culpables de tanto retraso y del aumento de los costos. Eso nunca va a pasar por nada se pierde con pedir.
El Poder y La Gloria
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Por fin
Ayer tuve la oportunidad de usar el nuevo distribuidor vial Palmira y la diferencia es enorme respecto de los embotellamientos que por años padecimos en la zona de El Polvorín: hay un antes y un después.
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